Parades, Ovidio: La noche se detiene

 

Solo siento miedo y dolor

Julia Aguado, la protagonista de esta novela, es una mujer próxima a los cincuenta que, tras haber visto truncadas una y otra vez sus expectativas profesionales y pese a su licenciatura en Historia, trabaja como cuidadora nocturna de una octogenaria algo demenciada y cascarrabias en una pequeña ciudad del norte.

 Una noche de primavera y a raíz del ruego que, en un momento de lucidez, la anciana le formula, Julia se verá sumida en un dilema moral que la enredará en el torbellino de la duda y la llevará a evocar un tiempo sino más feliz, al menos sí más ingenuo y esperanzado.

Así, saltando continuamente del presente al pasado, a través de los recuerdos y pensamientos que la acechan durante esa interminable madrugada, iremos conociendo, poco a poco, las circunstancias de la vida de Julia: sus ilusiones, desengaños, alegrías, decepciones…; sus miedos, su fragilidad, su valentía, su ternura… y comprendiendo con ello determinados comportamientos y actitudes.

Tercera novela de Ovidio Parades, «La noche se detiene» es una historia profundamente reflexiva, impregnada de un halo de melancolía que la recorre de principio a fin. Una historia en torno a la amistad, al amor, la vida y la muerte que no oculta el dolor frente al paso del tiempo, el desamparo frente a lo inesperado o el vértigo de vivir que en algún momento todos sentimos y entre cuyas líneas se hace evidente la crítica hacia una sociedad que da de lado y fuerza a marchar a una juventud sin oportunidades a la altura de su preparación; el reproche hacia ciertos prejuicios que, aunque pueda parecerlo, nunca logran ser extirpados por completo o la perplejidad por el abandono y la soledad en que se deja morir de decadencia a las pequeñas ciudades.

La contraposición entre el pasado y el presente de Julia es clara en ese sentido: la inocencia y despreocupación de la juventud representada por esa canción de Tom Waits que durante toda la noche resuena en su cabeza como eco de lo perdido, frente a la resignación y apatía con que ahora ella enfrenta la realidad, asume lo que no pudo ser y acepta su casi invisible papel de cuidadora.

Importante y muy acertado también el personaje de Milagros, la anciana de quien se ocupa Julia y de quien se sirve el autor para apuntar la negrura de un tiempo paralelo y muy distinto a lo vivido por la protagonista. Una mujer que en el quebranto de la vejez aún conserva su elegancia y cierto aire a lo Lauren Bacall pero a quien se intuye en sus años más jóvenes intolerante, dura y exaltada.

Novela lúcida e intensa, bellísima, elegante y muy conmovedora.

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