
Algo había, como un gran mal, debajo de la tierra…
Con «Primera memoria», ganadora del premio Nadal en 1959, inició Ana Mª Matute la trilogía conocida como «Los mercaderes» de la que forman también parte «Los soldados lloran de noche» y «La trampa».
Narrada en primera persona, desde la voz de una protagonista ya adulta que muchos años después recuerda a la niña que fue, es ésta una novela desesperanzada y muy cruel en torno a la pérdida de la inocencia y los inevitables abismos que de improviso y con frecuencia frente a nosotros se abren al alcanzar la madurez.
Sin estar directamente presente la guerra en ningún episodio del relato, es a través de la vida y la rutina estival −lecciones de latín, primeros cigarrillos, escapadas a playas recónditas− de dos primos pertenecientes a familias de bandos distintos y ya casi adolescentes (Matia y Borja) que habrán de pasar juntos el convulso verano de 1936 en la casa familiar de la abuela, como la autora nos adentra en las causas más hondas del conflicto −tema de fondo latente en la novela− en un mundo de odios y humillaciones, de culpas, prejuicios, de grandes y pequeñas maldades, dando vida a una historia oscura y muy opresiva en torno al miedo, la rabia y la culpa.
Magistral siempre Ana Mª Matute, incluso en sus primeras obras.