
Frío, oscuridad y silencio en el vientre de la ballena. Apenas recuerdo cómo ni cuándo hasta aquí llegué. Perdí hace ya mucho la noción del tiempo y de mi propia vida y ésta es ahora -tal vez para siempre- mi única realidad. Asomada a los ojos del monstruo contemplo las sombras del mundo. Tras ellos un mar inquieto y turbulento gime de dolor. En el silencio de la noche, de soledad y desamparo tiembla mi cuerpo y, agazapado en un suspiro, casi enmudecido, un conjuro de libertad a traición escapa de mis labios. Fantaseo con la huída. Escapar disuelta en una lágrima, flotar, nadar hacia la luz, ascender suave y lentamente, sentir de nuevo la caricia ligera del viento, el amable calor del sol. Y respirar. No sería difícil mas sé que no lo haré. Ningún lugar hacia el que huir existe ya. Si tan sólo pudiera olvidar…

