Wesley, Mary: El césped de manzanilla

 

Los días del césped de manzanilla han terminado

Pseudónimo de Mary Aline Siepmann, Mary Wesley (1912-2002) comenzó a escribir a  la  edad de cincuenta y ocho años para subsanar los problemas económicos en que se vio inmersa tras la muerte de su tercer marido. Pese a esa vocación algo tardía llegó a ser una de las novelistas británicas más exitosas de la segunda mitad del S. XX. Entre 1982 y 1991 llegaría a publicar siete novelas (varias de ellas adaptadas luego al cine o la televisión), reflejo de una creatividad muy llamativa para una septuagenaria de la época.

Aunque ella siempre lo negó, toda su obra tiene un componente autobiográfico tan marcado que dinamitó la relación con sus hermanos. Descubrían en ciertos personajes a padres, abuelos, situaciones familiares… y jamás aprobaron el reflejo que les devolvían aquellas historias.

El hogar como refugio idílico, la disfuncionalidad familiar, la libertad sexual, temas recurrentes en las novelas de Wesley, salpican también la trama de  El césped de manzanilla, la más conocida de todas ellas. Ambientada en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, el relato sigue la vida de un grupo de primos que todos los veranos se reúnen en Cornualles en casa de unos tíos. El césped de  manzanilla es el nombre de una parte del jardín, al borde del acantilado, testigo de sus momentos más felices. Un lugar que permanecerá siempre atado a su memoria cuando la guerra los separe y la vida se les tuerza, como evocación de un tiempo amable y más ligero.

Narrada a modo de flashback, cuando muchos años después un entierro reúne de nuevo a la familia y los recuerdos afloran, saltando continuamente desde ese presente de su vejez al pasado de su juventud, la historia va ganando en emoción y complejidad a medida que avanza, revelando secretos y matices de unos personajes llenos de contradicciones, marcados por la guerra y atrapados en un mundo emocional muy intenso. Amor, pérdida, redención, arrepentimiento…, bajo un contexto histórico fundamental para el desarrollo de la  trama argumental y una atmósfera muy lograda.

La fugacidad de la juventud, lo efímero de la felicidad, el fin de la inocencia, es la metáfora que esconde ese césped de manzanilla tan evocador y tan recurrente en la memoria de los protagonistas.

Novela coral, muy acertada en el ritmo narrativo y en el modo de desvelar con cierto suspense lo sucedido.

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