West, Rebecca: La noche interrumpida

 

Deseábamos crecer y convertirnos en algo que no fuera una mujer

Segunda entrega de la trilogía de los Aubrey, Rebecca West (1892-1983) continúa en este volumen el relato iniciado con «La familia Aubrey», historia inspirada en la infancia y juventud de la propia autora que recorre los primeros años del S.XX a través de los ojos de su protagonista, Rose, una niña que, ya adulta, relata en primera persona las vicisitudes de un tiempo incierto, nos asoma a la intimidad del hogar donde creció y recrea el Londres de la época en una cuidadísima descripción de ambiente y escenarios.

Tras el abandono del padre, Piers, momento en que finaliza la primera novela, Claire, la madre, asume al fin las riendas de la familia para ir solventando poco a poco el descalabro económico que el marido deja tras su marcha; Rose y Mary, las gemelas, alcanzan sus primeros logros profesionales como pianistas; Cordelia, la hermana mayor, comienza a plantearse (asumida su falta de talento artístico) el matrimonio como opción mientras que Richard Quin, el pequeño, sueña ser admitido en Oxford.

La tribu de niños que protagonizaba la primera parte, aparece ahora convertida en un grupo de jóvenes que afronta el futuro con madurez y responsabilidad, asumiendo unos cambios que ninguno desea pero todos comprenden inevitables, sin reproches ni rastro de amargura hacia unos padres nada convencionales por los que, al margen de cualquier circunstancia, sienten devoción absoluta. Destacar en ese sentido la profundidad del perfil emocional con que la autora dota a cada uno de sus personajes.

Entre la ironía y la nostalgia, entre el humor y la ternura, con muchísima delicadeza y sin exceso sentimental, West compone un retrato de familia que recrea un mundo y un tiempo perdidos, una sociedad, una educación y unas reglas condenadas a extinguirse. Ilusiones, alegrías, proyectos, esperanzas… que muy pronto chocarían contra la amenaza bélica que se iba extendiendo por Europa y que acabaría por materializarse en el estallido de la I Guerra Mundial. Es en ese punto y con las primeras consecuencias del conflicto para la familia donde Rose detiene su narración y concluye esta segunda parte de una historia repleta de sensibilidad, de amor por el arte y por la música, impregnada de una añoranza suave que no duele y es casi una caricia.

Rebecca West, nombre de uno de los personajes de Ibsen, fue también el pseudónimo elegido por la británica Cecily Fairfield para convertirse en una de las mejores escritoras del S.XX. Tras él se escondería una autora tremendamente polifacética (novelista, corresponsal, crítica literaria, ensayista…) que alcanzaría prestigio y gran reconocimiento en una época donde las mujeres apenas comenzaban a reivindicar su posición y hacerse valer.

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