
Faltaban dos días para Navidad y Berta aún no había escrito su carta. Ya era una niña grande y conocía el secreto de Papá Noel. Lo había descubierto por casualidad y todo había sido culpa de Guille. Un año atrás, la tarde que estaban decorando el árbol, su hermano se empeñó en jugar al escondite y, aunque a ella no le apetecía nada, el crío se puso tan pesado que, antes de darse cuenta, habían abandonado los adornos sobre el suelo y se había encontrado metida dentro de un armario atiborrado de juguetes.
Al principio no lo entendió. ¿Qué era aquello? ¿Qué hacían todos esos regalos escondidos tras los abrigos de mamá? ¿Quién los había llevado hasta allí? Salió de su escondrijo sin hacer ruido, sorprendida y algo asustada; cerró la puerta del armario con cuidado y, junto al montón de dudas que rugía en su cabeza, se metió bajo la cama a esperar a que el niño la encontrara. Continuar leyendo «Feliz Navidad»








