
Había mal en el mundo. Y mucho del mal provenía de la duda, de una confusión sincera entre los hombres de buena voluntad.
Inspirado en un caso real ocurrido en Whasington durante la década de 1940, clásico entre los clásicos del terror, «El exorcista» narra la historia de Reagan, una niña de doce años, hija de una conocida actriz, que empieza a manifestar un día lo que parecen ser síntomas de un raro trastorno mental. Así, de ser una niña dulce y feliz, Reagan pasa de pronto a comportarse de un modo en extremo agresivo y sufrir inexplicables y continuas alteraciones físicas y anímicas.
Tras una larga y dolorosa peregrinación de médico en médico, de consulta en consulta, ante el fracaso de todas las terapias aplicadas y la impotencia manifiesta de los doctores para sanar a su hija, Chris, la madre de Reagan, acabará recurriendo en su desesperación a un sacerdote jesuita, el padre Karras, convencida, pese a no ser en absoluto religiosa pero tampoco capaz de hallar una explicación lógica a lo que sucede, de que un espíritu maligno es lo que se halla en la raíz del trastorno de la niña.
Y es este padre Karras quien entonces se convierte en el auténtico protagonista de la novela: un sacerdote, también psiquiatra, escéptico y desengañado, inmerso en una profunda crisis de fe que tratará de hallar por todos los medios una explicación médica al comportamiento de la pequeña (esquizofrenia, epilepsia, desdoblamiento de personalidad…). Existen por ello en el texto gran cantidad de datos médicos, de síntomas, de remedios y resulta muy interesante asistir al modo en que con su estudio el autor va poco a poco destruyendo las certezas de su personaje, haciéndole descartar todos los argumentos clínicos en favor de una enfermedad mental para enfrentarlo finalmente a lo imposible: a una posesión diabólica real y a la existencia de unos demonios en los que la razón no le permite creer.
Escrita de un modo ágil y muy fluido, sobrio, con mucho diálogo y buen ritmo, la narración mantiene en todo momento la tensión y el suspense y, pese a estar repleta de escenas escalofriantes y muy perturbadoras, no es miedo sino desamparo lo que transmite: la sensación de angustia y desesperación a que están expuestos sus protagonistas, la huella de su tristeza.
Más allá de la trama argumental, en cualquier caso, el tema de fondo que subyace en la historia es el de la existencia del mal: cómo explicarla y cómo conciliarla con la existencia a su vez de un Dios benigno y misericordioso. La eterna lucha entre el bien y el mal, su significado y el problema de la fe.
Recordar finalmente la adaptación cinematográfica que en 1973 dirigió Willian Friedkin y que obtuvo ese año el óscar al mejor guión adaptado. Una versión muy fiel a la novela (quizá más aterradora) que resultó muy polémica en su momento e incluso llegó a ser tachada de satánica por utilizar la religión como objeto e instrumento de terror.
Reseña publicada en el nº 9 (mayo 2010) de la revista «El Tintero de Oro Magazine»
