Papel mojado

 

Serán sólo cien palabras, ten paciencia, sabes que después me rendiré. Un adiós, un recuerdo, un te quiero rasgando la noche. Cien palabras de amor desesperadas en lucha feroz contra el espanto y la desolación, serenas frente a los restos de este naufragio de sueños imposibles. Palabras que al amanecer flotarán a la deriva en el mar inclemente que pronto hará zozobrar  mi barca y al que ruego como último consuelo que me acoja hospitalario en su fondo más oscuro e impida a la tormenta arrastrar mi cuerpo deshecho hacia la indiferencia del mundo. Palabras que el agua destruirá y ella no leerá jamás. Continuar leyendo «Papel mojado»

Vergüenza

 

Las palabras que ha aprendido por la noche la asaltan de improviso en el momento más inoportuno dejando en su mirada una sombra de tristeza que no puede disimular. Supo al instante que aquella cita era un error, que las promesas hechas bajo estrellas ardientes se esfuman al amanecer, que la traición, el dolor y la culpa serían inevitables…

Cierra los ojos. No debe recordar. Lentamente las palabras se desvanecen: frío, barro, llanto, rabia, frontera, esperanza, desolación. Y así, cuando llega su turno, impasible ya en su escaño, suma su voto a los que para siempre y sin remedio pronto detendrán el latido del indiferente corazón de Europa. Continuar leyendo «Vergüenza»

Falsas apariencias

 

Lo que daría porque fuese ya de día y su dulce voz me susurrase, «lavavajillas», «espumadera» o «colesterol». No suena muy romántico, lo sé, pero ¿qué quieren?, a estas alturas del tiempo y de la vida los cuentos de hadas hace mucho que dejaron de ser lo que fueron y para ser sincero nunca comprendí esas ñoñerías que a tantos matan no sé si de amor o de aburrimiento.  Y sin embargo, reviento de ternura cada vez que ella pregunta por mi colesterol o insomne en plena madrugada necesito de repente oír su voz para sentirme atado al mundo. Así que, ya ven, puede que en el fondo mi corazón no sea tan arisco como aparenta. Juzguen ustedes… Continuar leyendo «Falsas apariencias»

Indecisión

 

Deja unos puntos suspensivos flotando en el aire como una promesa imposible de cumplir, sonríe, la mira con dulzura y sube al tren. Tal vez… piensa, sin atreverse a pronunciar las palabras que podrían al fin cambiar su destino. De pie en el andén ella calla también y lo observa alejarse. Ambos se resisten a derramar las lágrimas que brillan en sus ojos, conscientes de que de nada sirve llorar lo que no fue y de que, diluido entre la bruma de sus miedos y silencios, se desvanece para siempre y sin remedio el tren de las oportunidades perdidas. Continuar leyendo «Indecisión»

Punto final

 

Deja unos puntos suspensivos y calla a tiempo su amargura. Siente que la pierde sin remedio y mucho más allá de la tristeza sabe que debe destrozar su corazón para salvar el suyo, para salvarla de la angustia y la culpabilidad en que se consume, del aburrimiento y la rutina.  Su mirada un día le hizo especial y eso será suyo para siempre. Una estrella fugaz iluminando por un segundo la noche. La dejará ir sin mostrarle el desgarro de su corazón, el desamparo, la derrota, su infinito desconsuelo, pero junto a ella irá siempre su alma y en silencio velará por ella. Continuar leyendo «Punto final»

Alma de poeta

 

Un señor con levita que se parece a Pushkin, bajo estrellas que tiemblan de frío, recorre noche a noche la ciudad. Bolsillos repletos de poemas para turistas enamorados a los que aborda con una sonrisa incapaz de enmascarar el dolor que sus ojos traicionan. No sabe en qué momento la vida le derrotó y más allá de toda esperanza  se aferra al recuerdo de  aquella estrella fugaz que por un segundo iluminó su noche. Un segundo mágico, irrepetible, imperecedero. Un segundo de vida, de amor, de eternidad. No pudo retenerla pero junto a ella va siempre su alma y su sombra siempre le acompaña. Continuar leyendo «Alma de poeta»