Eliot, George: El molino del Floss

 

Una mujer no debe ser tan lista, me temo que no le trae más que problemas

Novelista, poeta, traductora, periodista…  mujer obligada a disfrazar su brillantez bajo pseudónimo masculino, George Eliot es el nombre con el que Mary Ann Evans (1819-1880) ocultó durante años su verdadera identidad como estrategia para el análisis e imparcial publicación de su trabajo en un tiempo que no tomaba en serio a las mujeres e infravaloraba su inteligencia de todos los modos posibles.

El molino del Floss es la que, junto a Middlemarch, suele ser considerada mejor novela de la autora. También la más autobiográfica. Repleta de recuerdos y experiencias personales, la trama nos adentra en la vida de los Tulliver, una familia de la pequeña burguesía rural de la Inglaterra victoriana que, en el marco de una sociedad sujeta a rígidos comportamientos y reglas muy marcadas, quedará expuesta a todo tipo de problemas y vicisitudes: económicas, familiares, sentimentales…

Maggie, protagonista absoluta de la historia, es una  joven inteligente, inquieta y algo rebelde, asfixiada por el conservadurismo y la hipocresía social de un mundo que no comprende sus ansias de conocimiento y libertad, que veta a las mujeres el acceso a la educación superior y se muestra indiferente ante cualquier inquietud que exceda el ámbito de lo doméstico. Todos sus actos, en ese contexto, parecen resultar inapropiados y son por ello objeto de una crítica continua y feroz.

El tema de la educación y el diferente trato que, en cualquier situación, reciben hombres y mujeres es una de las cuestiones fundamentales que plantea la novela: la frustración de las aspiraciones de la protagonista, la lucha interna que en todo momento mantiene tratando de ajustarse a unos cánones contrarios a su naturaleza y donde su sensibilidad no le permite encajar, los prejuicios en torno a la inteligencia y el carácter de las mujeres (caprichosas, inestables, impulsivas, irracionales), la sumisión a padres o maridos a cuya autoridad (arbitrariedad) quedan sujetas…

Muy clara también resulta la crítica hacia la doble moral y el provincianismo que reflejan determinadas actitudes o hacia esa extraña y cínica apatía tan propia de la época que acaba siempre relegando cualquier posible opción de felicidad.

A través de su personaje, de las peripecias y decisiones a que la enfrenta, Eliot alza claramente la voz en contra de unos convencionalismos ya caducos pero muy arraigados y defiende el nuevo lugar que ha de otorgarse a la mujer en la sociedad. Plantea dilemas morales, ironiza sobre ciertos ideales de conducta, critica el por entonces tan ensalzado modelo de pasividad femenina como camino a seguir y muestra, con cierto sarcasmo, cómo las apariencias, por muy falsas que sean, se imponen siempre sobre la verdad.

Maggie es en muchos aspectos trasunto del carácter de la propia autora y su historia es en gran medida la suya. Son sus emociones, su pasado, sus silencios, su dolor frente a la marginación social y el distanciamiento familiar que ella misma sufrió a causa de ciertas decisiones y relaciones amorosas, lo que apenas encubre la ficción y de ahí quizá también proceda la indiscutible capacidad de Eliot para conmover e implicar al lector en su relato.

Con unos personajes de gran carga psicológica ─tanto la protagonista como los secundarios (padres, hermano, tías, pretendientes…) aparecen muy bien definidos─ y una ironía inteligente y amable que la recorre de principio a fin, es esta una historia reflexiva y profunda por los temas que aborda (va mucho más allá de lo que pueda ser una novela de tintes costumbristas) pero dulce en la forma, sutil en la crítica que pretende y muy amena de leer.

Reseña publicada en el nº 7 (febrero 2021) de la  revista «Valencia Escribe».

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