
Voló el verano, voló el otoño y muy pronto llegaron los días cortos y fríos del invierno. Tiempo sobre tiempo pasó. Implacable, siguió su curso la vida y por las extrañas regiones de la memoria y el olvido su recuerdo un día se extravió. Y sin embargo… cada vez que el aroma inconfundible de las violetas un instante se insinúa en el aire, la imagen imprecisa de aquel fantasma dulce y querido, siempre vestido de gris, abriendo con un guiño pícaro su mágico tarrito de cristal, los niños agarrados a sus faldas, las manos llenas de unos caramelos color malva que jamás después volví a probar, intacta una y otra vez regresa a mi alma. Retazos de un mundo antiguo y feliz. Brumas de un tiempo perdido para siempre convertido en nostalgia.

