
Amanece. La cenicienta luz del alba quiebra poco a poco la negrura de la noche y una sombra de sonrisa rompe un instante la mueca de sus labios. La esperanza combate a muerte contra el miedo, una lágrima tirita en sus pestañas y un redoble de tambor resuena atronador entre su pecho. Debe ser valiente, lo sabe, pero está tan asustada…
Agarra con fuerza la mano de su padre y pregunta de nuevo:
⸺¿Seguro que llegaremos pronto, papá?
⸺Claro, cariño −traga el hombre el desconsuelo anudado a su garganta y le guiña un ojo− muy pronto, ya lo verás.
Una madre acuna con dulzura a su bebé. Las siluetas de diez hombres aterrados se recortan a la tenue luz de la mañana. El borde del bote de goma cabecea entre las olas y a punto está de zozobrar. Aún no hay tierra a la vista.
