Fitzgerald, Penélope: La librería

 

… Y no me diga usted que los libros no constituyen una rareza en sí mismos

«La librería», obra publicada por primera vez en 1978, finalista ese año del premio Booker Prize de novela y especialmente de actualidad estos días a raíz de la adaptación cinematográfica realizada por Isabel Coixet, es una novela breve, íntima, delicada, mucho más compleja de lo que en un primer momento pudiera parecer. Una novela repleta, pese a la pequeña cotidianidad que relata, de profundas reflexiones sobre  relaciones personales y sociales; sobre el eterno enfrentamiento entre tradición y modernidad, entre cambio e inmovilismo; sobre el poder del dinero y la presión que determinadas influencias demasiado a menudo ejercen para hacer valer los propios intereses y valores morales; sobre la importancia de la cultura y la inevitable manipulación a que conduce siempre la ignorancia… Todo ello es lo que se esconde tras esa lucha de la protagonista por abrir una librería en un pequeño pueblo de pescadores al Este de Inglaterra y los infinitos obstáculos que en su empeño habrá de encontrar, en que se centra la trama.

Así, más que amable, la lectura de esta novela resulta en realidad bastante inquietante. El doble sentido de muchos de sus diálogos refleja claramente el innegable ambiente de hipocresía social que han construido los habitantes del pueblo, un ambiente que sin remedio impregna todas sus relaciones y contribuye a crear cierta sensación de opresión y claustrofobia. También muy importante en tal sentido resulta el modo del que, para introducirnos de lleno en ese mundo, se vale la autora de la climatología: los larguísimos e inclementes inviernos que sufre la zona, la humedad permanente, el moho que todo lo corroe, los vendavales…

Una historia sutil y sencilla que habla finalmente y por encima de todo de la integridad, el valor y el coraje que se precisa para luchar por un sueño hasta las últimas consecuencias. Un homenaje a la literatura y a su inmenso poder para iluminar la oscuridad y vencer los miedos, que requiere una lectura lenta y pausada para no perder la magia y la belleza que contiene.

Magnífica también por último la adaptación cinematográfica realizada por Isabel Coixet. Una cinta intimista, poética, elegante y serena que recrea a la perfección la atmósfera y el ambiente british de finales de los años cincuenta del S.XX, con una bellísima fotografía, excelentes interpretaciones y un final algo más amable y esperanzador que el de la novela.

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