Pide un deseo

 

Se desvanecían enseguida, apagados como fuegos de artificio, pero antes de eso, ¡ay!, antes de eso cualquier cosa era posible. Un reguero de deseos recorría veloz el firmamento, lo alumbraba de esperanza a lomos de una estrella y un destello fugaz vestía el cielo con su magia. Luego, aquel botín de sueños moría sin llegar a su destino y la estrella lloraba en secreto su fracaso. No era su culpa: jamás tuvo el poder que le achacaron. Pero tan extendida estaba su leyenda que hasta ella misma la creyó. Y un empeño inquebrantable latía cada noche entre su estela: un afán, un anhelo, un ojalá.

 

 

 

Relato publicado en el nº 3 de la revista de El Tintero  de Oro «El club de la microficción» (mayo 2022)

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