
Y por un tiempo la emoción superficial de su vida le procuró la ilusión del placer
Publicada en 1922, dos años después de haber recibido el Pulitzer y ya como autora consolidada, Edith Wharton recorre en «Los reflejos de la luna» los primeros meses de convivencia de una joven pareja americana, Nick y Susy, ambos atractivos y brillantes, acostumbrados a triunfar en sociedad y sacar partido de la indolencia y el carácter caprichoso de la adinerada burguesía de la época: un grupo de gente rica que los acoge por divertimento y a quien ellos en secreto desprecian.
Enamorados pero incapaces de renunciar al lujo y al ambiente en que, poco a poco, han logrado introducirse, casi como un juego más, deciden un día casarse bajo condición de una separación amistosa si alguno de los dos encontrara en el futuro un partido mejor. Comienzan así una luna de miel que los llevará a recorrer Europa y a disfrutar, gracias a las villas que diferentes amigos ponen a su disposición, del modo de vida con el que siempre han soñado: apariencias, fiestas, ociosidad…
Las cosas, sin embargo, empezarán a torcerse a partir de un desencuentro del que se servirá la autora para plantear los temas de fondo de la novela: los límites morales de determinados comportamientos, la fragilidad del amor, las consecuencias de la mezquindad y la mentira o el miedo a la soledad.
Con una trama muy entretenida, repleta de intrigas y malentendidos y un recorrido por los escenarios más reconocibles de la Europa de principios del S.XX en que transcurre la historia, saltando de Venecia a París o de París a Londres, Wharton enfrenta a sus personajes al sinsentido de una vida vacía e hipócrita, al desconsuelo de sus propios egoísmos y las contradicciones de ciertos comportamientos, armando con ello una crítica social demoledora y mostrando también con elegancia pero muchísima ironía el papel de la mujer en la época y sus nulas opciones vitales si no era a través del matrimonio. Fundamental en ese sentido unos personajes secundarios desengañados, cínicos, patéticos en ocasiones y con una serie de vivencias a sus espaldas que parecen marcar el camino que empiezan a recorrer los protagonistas.
Historia de corte clásico que pone de manifiesto la técnica y habilidad de la autora para crear ambientes y personajes, la sutileza con que formula ciertas denuncias y la maestría con que va conduciendo el argumento hacia un clímax final cargado de tensión e incertidumbre.