
Cenicienta era hija de la casa y yo no soy hija de nadie
Novelista, poeta, dramaturga y editora irlandesa, Rosa Mullholand (1841-1921) fue una de las autoras más prestigiosas y destacadas de su tiempo. La sensibilidad con que abordó la problemática social del S.XIX, junto a la denuncia del abandono en que quedaban los más desfavorecidos, llamó enseguida la atención de Charles Dickens con quien colaboró estrechamente y en cuyas revistas publicó muchos de sus escritos.
Nacida en Belfast en una familia católica de clase media alta (hija de médico y casada luego con un lord), se crió en un entorno donde religión y literatura desempeñaron un papel fundamental y aunque inicialmente quiso dedicarse a la pintura, prevaleció al fin su pasión por las letras. El interés artístico y las aspiraciones profesionales de las mujeres en ese campo serán no obstante tema recurrente en sus novelas. También cuestiones como la pobreza, la injusticia social o la búsqueda de la propia identidad, siempre desde un enfoque acorde a la moral católica.
Todo ello está presente en Hetty Gray, novela publicada en 1882 e inédita hasta 2024 en castellano. La trama argumental recorre la vida de Hetty, una niña huérfana hallada de bebé en la playa de Wavertree tras un naufragio e inicialmente acogida por un humilde matrimonio del pueblo, el señor y la señora Kane, con quienes la niña crece alegre y tranquila hasta el día en que una viuda rica, la señora Rushton, se encapricha de ella y decide adoptarla. Hetty tiene entonces cuatro años y su vida cambia por completo: viajes, fiestas, lujos… que la transforman en una chiquilla altiva y orgullosa, dedicada a entretener la frivolidad de su benefactora, muy consciente de su belleza y de su posición de privilegio. Pero un día la dama muere y Hetty queda de nuevo abandonada a su suerte, sin recursos ni educación, algo de lo que la viuda nunca se preocupó. El hermano de la señora Rushton se hace entonces cargo de ella, acogiéndola en su casa con idea de formarla para ser institutriz, pero dejando claro en todo momento su condición dentro de la familia y la desigualdad respecto a sus hijas. Así, la condescendencia en el trato, el recordatorio permanente de la generosidad que han mostrado hacia ella, la insistencia en su condición de huérfana y la falta de afecto marcarán desde el comienzo la relación entre la niña y la familia.
La importancia de la aceptación social, las desigualdades de clase, el impacto que sobre los niños ejerce la falta de amor y de bondad, el valor de las personas más allá de su estatus o condición social, son los temas sobre los que Mullholland reflexiona con su historia, dejando en evidencia el modo en que ciertas rigideces y prejuicios lastran las oportunidades de los más vulnerables y ensalzando la capacidad de superación personal o el poder de la fuerza interior para romper esas barreras. La importancia de la educación como puerta hacia la independencia, especialmente para las mujeres, es también cuestión fundamental.
Emocional en los diálogos, vívida en las descripciones, entrañable y ágil en el tono narrativo, novela llena de secretos y misterios, muy victoriana en ese sentido, capaz de combinar tales elementos y cierto aire de literatura juvenil con una gran hondura psicológica (personalidad arrolladora el personaje principal y magníficos secundarios) y un enfoque más realista en otros momentos que resalta el desamparo y soledad interior de su protagonista, pese a la sorpresa final que cierra la historia con un giro de cuento.