Hodgson Burnett, Frances: La formación de una marquesa

 

Una mujer cuyos trajes a medida deben durarle dos o tres años pronto aprende a protegerlos de las salpicaduras y a ayudar a conservar la forma de los pliegues.

Recordada como una de las autoras más destacadas de la literatura juvenil de final del S.XIX, el éxito de obras como El pequeño Lord o El jardín secreto, eclipsó injustamente la narrativa para adultos de Frances Hodgson Burnett (1849-1924). Una autora muy prolífica que comienza su andadura literaria con apenas dieciocho años vendiendo relatos a las revistas de la época para paliar el desamparo económico en que, tras emigrar de Inglaterra a Estados Unidos, la muerte del padre había dejado a la familia. Situación que marcaría profundamente su visión de la sociedad y la temática de sus historias. Continuar leyendo «Hodgson Burnett, Frances: La formación de una marquesa»

Las rutas del cielo

 

Alma adoraba las estrellas. Cada noche se dormía contemplándolas con la ventana  abierta y una sonrisa entre los labios. Orión, Casiopea, Andrómeda… el abuelo le había enseñado el nombre de todas las constelaciones y el modo de encontrarlas en la oscuridad. No solo eran puntos de luz, le decía asomándola a su viejo telescopio, eran historias, mapas antiguos dibujados sobre el firmamento que guardaban en secreto el sueño de  los hombres.

─ Mira, allá arriba, casi en el centro del cielo, está Polaris, la Estrella del Norte. Si alguna vez te pierdes, búscala, ella te ayudará  a recuperar el camino.

La niña seguía la dirección de su dedo con la imaginación disparada. Continuar leyendo «Las rutas del cielo»

Parades, Ovidio: Frances Farmer no murió en Seattle

 

La fragilidad siempre conduce  a la emoción y al miedo

Veinticuatro relatos con nombre de mujer. Veinticuatro historias entrelazadas donde los personajes saltan de una a otra, alternando papeles secundarios y protagonistas para armar un caleidoscopio de voces, un entramado de relaciones y circunstancias que muestran la complejidad de las relaciones humanas, reflexionan sobre el paso del tiempo o se detienen en pequeños momentos de  cotidianeidad que van mucho más allá de lo que aparentan.

Melancolía, pérdida, desamparo, rutinas, cansancio, frustraciones, incertidumbre, miedo, cicatrices…., recorren unos cuentos llenos de dulzura y sensibilidad donde arte y literatura aparecen siempre de fondo como tabla salvadora a la que agarrarse para no caer en el vacío. Continuar leyendo «Parades, Ovidio: Frances Farmer no murió en Seattle»

Polvo de estrellas

 

Había una vez un pueblito rodeado de montañas, un jardín de flores, una niña que vivía con su abuela y un cielo repleto de estrellas.

Cada noche, cuando ya empezaba a oscurecer, el jardín brillaba suavemente y la niña contemplaba el espectáculo asomada a su ventana.

─ ¡Abuela, mira! ¡Ya vienen las estrellas a dormir con nosotras!, palmoteaba con ganas al descubrir los reflejos que su luz dibujaba en el cristal, justo antes de acostarse.

No eran luciérnagas ni reflejos de luna, comenzaba entonces la abuela su cuento, la historia que cada noche sin falta reclamaba la pequeña. Su jardín, decía con gesto de misterio, era un puente que unía tierra y cielo. En él las estrellas velaban sus sueños hasta que el sol las relevaba en su guardia para pintar de colores la luz del amanecer.

«Dulces sueños, mi vida», la arropaba con un beso la mujer, cuando ya la niña se dormía.

Y así, entre juegos y cuentos, abuela y nieta pasaban los días.

Hasta que una mañana…. Continuar leyendo «Polvo de estrellas»

Faye, Gaël: El jacarandá

 

La posibilidad a pesar de todo de la vida y la belleza

Milan, el protagonista de esta historia, es un niño de padre francés y madre ruandesa que en la primavera de 1994 se ve sacudido por las imágenes que muestra la televisión sobre el genocidio de Ruanda, país que su madre abandonó veinte años atrás y del que nunca ha vuelto a hablar. También ahora guarda silencio frente al horror, incluso tras acoger en casa al pequeño Claude, un primo ruandés que llega terriblemente herido, tanto física como emocionalmente, y deja al cuidado de Milan sin más explicación. Esa situación marcará inevitablemente un punto de inflexión en la vida del muchacho, lo hará conectar con un dolor que no comprende y lo enfrentará a la necesidad de romper el muro de silencio construido por la madre. Continuar leyendo «Faye, Gaël: El jacarandá»

Impaciencia

 

«Deprisa, deprisa, más deprisa…» La cola no se movía y Claudio se desesperaba. No toleraba los tiempos muertos. La espera lo superaba, no podía evitarlo. Se retorcía las manos, miraba su reloj, carraspeaba con insistencia. Su relación con el tiempo era complicada. Siempre lo había sido. Desde niño. «¿Falta mucho? ─preguntaba a su padre bien pequeño nada más subirse al coche camino del colegio─, ¿ya llegamos?, ¡deprisa, papá, más deprisa!». Lo consumía la impaciencia. Si ponía agua a hervir miraba cada dos segundos si ya burbujeaba, si pedía comida a domicilio llamaba al repartidor cinco minutos después, si hacía ejercicio en el gimnasio contemplaba su cuerpo en el espejo esperando notar nuevos músculos de inmediato. Perder tiempo era perder vida. La prisa era su motor y su condena.

Y ahora, aquella larga fila en el banco lo tenía al borde del colapso. Continuar leyendo «Impaciencia»

Autorretrato

 

Mi tiempo se acaba. Respiro recuerdos y mi alma está rota. Apenas reconozco mi cara en el espejo. Mi piel es un mapa de surcos y sombras, la fatiga entorna mis ojos y la huella de la ausencia gravita en torno a mí. Todo lo tuve y todo lo perdí. Visité palacios, alterné con duques y princesas, derroché en caprichos mi fortuna. Conocí el amor y fui feliz, pero… La vida, implacable como suele, reclamó su precio y bien pronto vino la muerte a llevarse mi alegría. Saskia, Titus, Cornelia… conjuro a cada trazo sus nombres frente al lienzo. Su memoria araña mi garganta, trampea soledades y calma el desconsuelo. Siguen en mí. Están aquí aunque nadie lo sepa. ¡Qué desolación enterrar esposa e hijos!, ¡qué dolor tan innombrable!, ¡qué pena tan honda y tan inmensa! Todo lo que amé me fue arrancado. Solo permanece la pintura y solo ella acompaña mi tristeza. Cada pincelada es una  herida abierta, una confesión, el eco de un éxito olvidado. Y aunque nada queda de la gloria  ─Ronda de noche, Lección de anatomía… ¡qué lejano todo ya!─, sigo buscando la luz en la tiniebla. Tiembla mi mano, estoy viejo y cansado, pero… Siempre al sufrimiento lo vence la belleza. Continuar leyendo «Autorretrato»

Muñoz Molina, Antonio: El verano de Cervantes

 

 

Fue hace mucho tiempo y es ahora mismo

A medio camino entre el ensayo y la autobiografía, Antonio Muñoz Molina rinde homenaje con El verano de Cervantes al escritor más universal de la literatura en castellano. Una reflexión en torno al Quijote y Miguel de Cervantes que surge de la lectura pausada (diez años leyendo, releyendo y tomando notas, reconoce al final del texto) de una obra por la que el autor siente auténtica devoción y a la que regresa con frecuencia.

Así, con una escritura ligera y muy amena, Muñoz Molina adentra al lector en la vida de Cervantes contraponiendo sus dificultades (prisión, guerra, fracaso, pobreza…) a la magnitud de su obra, mostrando la literatura como acto de resistencia, como ancla frente al olvido o la mediocridad. Lo convierte en símbolo del poder de la imaginación y del genio literario, inalterado incluso en las circunstancias más adversas, pero mostrándolo también como hombre de carne y hueso: imperfecto, desencantado, ansioso de un reconocimiento que no llega, y reflexiona sobre la deuda que España mantiene con él: celebrado siempre superficialmente, rara vez leído en profundidad, reivindicado por autores extranjeros (Melville, Thomas Mann, George Elliot…) mucho antes que por los propios. Continuar leyendo «Muñoz Molina, Antonio: El verano de Cervantes»

Espejismos

 

Un reloj sin péndulo, un violín sin cuerdas, fotografías arañadas de olvido… Ana vagabundeaba por la tienda a la espera de que amainase la tormenta, acariciaba los objetos, examinaba las vitrinas, ojeaba algún libro de cubierta llamativa. La lluvia la había obligado a refugiarse en aquel bazar de antigüedades en el que nunca antes se había fijado y ahora recorría sus pasillos con un chispazo de curiosidad, tan lleno todo de muebles, cachivaches y rarezas. El aire olía a madera y cuero envejecido, las tablas del suelo crujían a su paso y los estantes acumulaban polvo y descuido. Pero la estancia era confortable e imperaba en su ambiente una dulce intimidad.

Un espejo de forma ovalada y ribetes de plata llamó de pronto su atención en medio del desorden. De niña jugaba en casa de la abuela con uno parecido, recordó al descubrirlo sobre un tocador. «Espejito, espejito…», parodiaban entre risas a la madrastra del cuento con aspavientos de villana. ¡Ay! Un pellizco de nostalgia la llevó a buscar al dependiente y con ojos brillantes de entusiasmo decidió comprarlo. Continuar leyendo «Espejismos»

Delibes, Miguel: El camino

 

Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así.

Periodista, académico, profesor de Derecho Mercantil, cazador, pescador, hombre de campo… Narrador por encima de todo. Miguel Delibes (Valladolid, 1920-2010) es literatura con mayúsculas, uno de los autores más leídos y admirados de la segunda mitad del S.XX. Premio Nadal, Premio de la Crítica, Premio Nacional de Narrativa, Premio Príncipe de Asturias, Premio Nacional de las Letras Españolas, Premio Cervantes… Un nombre imprescindible de la literatura en castellano que retrató como nadie el alma de las tierras de Castilla.

Escritor honesto, obsesionado por el lenguaje y la precisión de la palabra, sin imposturas estilísticas ni pretensiones literarias fuera de su alcance, Delibes trató de dar testimonio de un mundo que, en el momento mismo de plasmarlo, él ya intuía al borde de la extinción. Testigo de un tiempo que se apaga, se mantuvo siempre fiel a ese universo narrativo, atrapó la esencia de lo rural, pobló ese entorno de personajes únicos y entrañables y junto a ellos exploró temas universales. Continuar leyendo «Delibes, Miguel: El camino»