El hada de los números

 

¿Es como el de tu madre tu rostro, encantadora niña?

¡Ada! ¡Hija única de mi sangre y de mi corazón!

Lord Byron

Érase una vez una niña nacida de un poema, una princesa sin reino que soñaba volar, una criatura rozada por la magia, dueña del conjuro que un hada sopló sobre su cuna: «el poder de vislumbrar nuevas eras a ti te entrego, pequeña, el don del cálculo, de la abstracción y de la ciencia será tuyo, mas no es este tu tiempo y solo el futuro conocerá tu nombre y sabrá de tu ingenio».

Ada, que así se llamaba nuestra pequeña princesa, creció apartada del mundo. Su padre, el más romántico de los románticos poetas, marchó muy pronto de su lado en busca de aventuras. Nunca regresó aunque tampoco nunca, y prueba de ello dejó en sus versos, la olvidó. El corazón roto de la esposa no pudo, pese a todo, perdonar la traición. Enferma de celos, acunando a la niña entre los brazos, huyó del escándalo, se refugió en la penumbra de las tierras del norte y, de la vida de ambas, borró para siempre la huella del poeta. Continuar leyendo «El hada de los números»

Cosas de la suerte

 

La tarde declinaba perezosa. Una brisa suave aleteaba entre las flores y un destello de luz vestía de grana las hojas de los árboles. Ajeno por completo al espectáculo del crepúsculo, Isaac recorría despacio su jardín, manos a la espalda, cabeza gacha, absorto en sus preocupaciones. Hacía días que algo rondaba su mente: una intuición, un pensamiento que no lograba atrapar, una idea que burlaba su inteligencia y todo su esfuerzo. La acababa de tener ahora mismo a su alcance, susurrándole al oído. La había presentido un instante, había intentado cazarla pero… se le había escurrido entre los dedos. Otra vez. Como siempre.

 Suspiró al fin con resignación asumiendo la derrota, alzó la mirada al cielo y sonrió extasiado ante la belleza de la tarde. Una maraña de colores incendiaba las nubes con su resplandor y un anuncio de otoño llenaba el aire de melancolía. Continuar leyendo «Cosas de la suerte»

Walsh, Maurice: El hombre tranquilo

 

Había vuelto a casa en busca de un lugar tranquilo en el que echar raíces… y no lo encontraba.

Con ocasión del centenario de Maureen O’Hara, la editorial «Reino de Cordelia» recuperó en 2020 «El hombre tranquilo», novela publicada por primera vez en 1933 que inspiraría años después la famosa película de John Ford.

Más que frente a una novela, estamos en realidad ante una colección de relatos empapados del mismo espíritu y protagonizados por una serie de personajes, relacionados todos entre sí, que ganan mayor o menor peso según el aspecto que aborde la narración. Así, la del hombre tranquilo, el boxeador que tras triunfar en América regresa a su tierra natal en busca de paz, es solo una más dentro de un conjunto de historias muy evocadoras, marcadas por la leyenda de un país, Irlanda, que, en ese momento (principios del S. XX y primeros años del IRA),  lucha por su independencia, orgulloso de sus raíces y enamorado hasta lo imposible de sus tradiciones. Continuar leyendo «Walsh, Maurice: El hombre tranquilo»

Landero, Luis: El huerto de Emerson

 

…Y, en general, prefiero soñar la vida que vivirla

Recién publicada por Tusquets, esta última novela de Luis Landero sigue la estela trazada por «El balcón en invierno». Regresa el autor a ese mismo universo narrativo para evocar con ello un mundo y un tiempo ya desaparecidos. En el tono propio de la tradición oral, de esas historias contadas junto al fuego, que él mismo rememora con nostalgia y pretende atrapar en su cuaderno, recupera Landero retazos de su vida: de sus años de infancia y el asombro grabado en sus ojos de niño, de su primera juventud y sus sueños de poeta, de sus ansias de libertad, de los primeros amores, de su obsesión por la literatura y el afán luego por transmitir a los alumnos su entusiasmo, de su esfuerzo por hacerles partícipes del hechizo latente entre los libros… Continuar leyendo «Landero, Luis: El huerto de Emerson»

Levy, Amy: Historia de una tienda

 

Se levantaron sonriendo y desafiaron al destino

«Una escritora deslumbrante e inteligente», dijo de ella Oscar Wilde al redactar su necrológica. Y, sin embargo, Amy Levy (1861-1889) es hoy una escritora olvidada y desconocida por completo.

Nacida en el seno de una familia judía de clase media-alta −cuenta su traductor, Gonzalo Gómez Montoro−, Amy Levy comenzó a escribir con apenas trece años, fue la segunda mujer judía en acceder a la Universidad de Cambridge y, tratando de dedicarse profesionalmente a la escritura, compaginó luego esa labor con trabajos de traducción y clases de inglés que le dieron cierta independencia económica. Tras una crisis depresiva,  se suicidó a los veintiocho años dejando tres novelas y algún poemario que, según la crítica, la situarían como precursora de autores de la talla de D.H. Lawrence y Virginia Woolf y como una de las grandes promesas de la literatura inglesa de finales del S.XIX. Continuar leyendo «Levy, Amy: Historia de una tienda»

Sharpe, Tom: Wilt

 

El amor estaba muy bien si no te dejabas atrapar por él

Primera novela de la saga y quizá la más famosa de su autor, «Wilt» narra la historia de un profesor de literatura que, en un centro de formación profesional, da clases a un grupo de alumnos sin ningún interés por la materia. Un hombre gris, frustrado en lo profesional por un ascenso que cree merecer pero nunca llega y asfixiado en lo personal por una existencia anodina y una esposa a quien no soporta.

Debido a un cúmulo de circunstancias y situaciones a cual más rocambolescas, el protagonista acabará resultando sospechoso de la presunta muerte de su mujer y siendo acusado de un asesinato con el que, en secreto, ha fantaseado en demasiadas ocasiones. Cuestión esta en cuya resolución desempeñará un papel fundamental Judy: explosiva muñeca hinchable, origen de buena parte de los problemas del personaje y seña de identidad del relato. Continuar leyendo «Sharpe, Tom: Wilt»

Remordimientos

 

No lo vi venir. Las palabras salieron en tromba de mi boca e impactaron sobre ella como un puño. Me arrepentí al instante, por supuesto, soy un caballero y odio el juego sucio pero… tarde; muy muy tarde. Sandra enmudeció de golpe −un escalofrío me caló los huesos y una gota de sudor resbaló por mi nariz desde la frente−,  el color huyó de sus mejillas y un espasmo de asombro la recorrió de pies a cabeza. Pareció luego recobrarse un poco, enarcó las cejas con desprecio y abandonó la habitación como si yo fuera el ser más repulsivo de la tierra. Ese gesto me dolió, lo reconozco, pero, sabiéndome causa de tan penosa situación y lejos de mí disimular el hecho de que hablé con sequedad y decidida intención de herirla, trituré mi orgullo y corrí tras ella. Me hinqué de rodillas a sus pies, le imploré perdón, juré que lo que dije no iba en serio… Nada. Esta mujer no tiene compasión. Lo que les cuento ocurrió hace ya dos días y lo único que, desde entonces, ha salido de su boca ha sido un «torpe gusano sin alma» muy poco amistoso. Continuar leyendo «Remordimientos»

Hermanas

 

Te quería tanto… deseaba tanto que me quisieses…

Con la mayoría de las salas aún cerradas a causa de la pandemia, el programa «Escenario 0» de HBO es buena opción para recuperar las representaciones teatrales. Al modo del antiguo «Estudio 1» de TVE, la plataforma ofrece seis episodios con los que se aproxima a seis obras de gran éxito en su momento. Una de ellas es «Hermanas», estrenada en el año 2019, escrita y dirigida por Pascal Rambert y protagonizada por Bárbara Lenie e Irene Escolar, dos actrices inmensas que dan voz al durísimo enfrentamiento que muestra la historia. Continuar leyendo «Hermanas»

Arte en miniatura

 

Un destello de luz en los cristales la despertó de golpe. Se protegió los ojos con la mano, ahogó un bostezo perezoso en la garganta y saltó de la cama. Aún era muy temprano pero a ella le gustaba madrugar. Aspirar el aire limpio del amanecer, sorprender los colores del alba entre las nubes, ver tintarse poco a poco el cielo de escarlata… No había mejor modo de empezar el día.

 Se detuvo un instante frente a la ventana, borró de su expresión el rastro insomne de la noche y salió de la habitación sin hacer ruido. La celebración de la víspera había sido larga y Bartolomé aún dormía. Lo dejaría descansar un poco más, decidió, mientras, con un tazón de chocolate caliente y un buen pedazo de pastel entre las manos, marchaba a encerrarse en el estudio. Continuar leyendo «Arte en miniatura»

Condescendencia

 

Querido diario, hoy hemos aprendido una palabra nueva en clase de lengua. «Condescendencia». Qué rara, ¿verdad? Dice la seño que, a veces, una misma palabra sirve para expresar dos cosas distintas y ha elegido esta como ejemplo. Condescendencia, nos ha explicado, es el término que define la voluntad de una persona para comprender y adaptarse a los sentimientos de otra pero también puede significar una actitud de superioridad hacia esa otra persona, una especie de amabilidad forzada o de humillación sutil (sutil es otra palabra que aprendimos hace poco y me gusta tanto como suena que ya está en mi lista de favoritas). Ella dice que, a lo mejor, es algo complicado de entender porque depende de cómo se interpreten las cosas pero a mí no me ha costado nada, la verdad. Me he callado para no parecer presumida pero lo he pillado a la primera. Condescendencia es esa sensación pegajosa que flota en el aire cuando alguien endulza la voz al hablarme o me pone gesto de pena (no lo veo pero lo adivino enseguida; tengo mucha práctica con eso). Es también la sorpresa y la risita nerviosa que sueltan algunos mayores cuando les digo que voy a ser astronauta. «¡Una niña ciega astronauta!», seguro que piensan. ¡Qué tontos! No saben lo lista que soy y cómo me gustan las matemáticas. Papá dice siempre que no hay meta inalcanzable, es muuuy pesado con esto. Y aún no sé cómo pero sé que seré astronauta. La mejor de la galaxia. Continuar leyendo «Condescendencia»