
«No llores; por favor, no llores ─suplicaba Whitney Houston entre el ruido del atasco y el rumor de la lluvia en el cristal─, yo siempre te amaré…»
Los acordes de la vieja canción la tomaron por sorpresa.
«Por favor, no llores…»
Un pedazo de mundo olvidado se abrió de nuevo bajo sus pies y una banderilla de tristeza astilló su corazón.
«Yo no soy lo que tú necesitas…»
Los recuerdos volvían en tropel. El pasado vertía al instante su veneno y… tras el volante de su coche, una mujer se hacía trizas en secreto. Continuar leyendo «Malditas canciones de amor»














