
Un destello de luz en los cristales la despertó de golpe. Se protegió los ojos con la mano, ahogó un bostezo perezoso en la garganta y saltó de la cama. Aún era muy temprano pero a ella le gustaba madrugar. Aspirar el aire limpio del amanecer, sorprender los colores del alba entre las nubes, ver tintarse poco a poco el cielo de escarlata… No había mejor modo de empezar el día.
Se detuvo un instante frente a la ventana, borró de su expresión el rastro insomne de la noche y salió de la habitación sin hacer ruido. La celebración de la víspera había sido larga y Bartolomé aún dormía. Lo dejaría descansar un poco más, decidió, mientras, con un tazón de chocolate caliente y un buen pedazo de pastel entre las manos, marchaba a encerrarse en el estudio. Continuar leyendo «Arte en miniatura»









