
Anochecía sobre la batalla. La negrura del invierno difuminaba lentamente brumas y horizonte y un día para la historia −mortífera y sangrienta como pocas aquella jornada de diciembre− dejaba tras ella. Había comenzado a nevar y muy pronto habría de borrar la tempestad las huellas del horror, la borrasca inclemente del combate todavía a esa hora tan visible en la llanura. Hoyos de lodo, charcos de lluvia, caminos deshechos, pasos de hombres a pie o a caballo, carros pesados… Austerlitz ardía entre las sombras.
Un viento glacial recorría el corazón de Europa y el eco lejano de un redoble de tambores, de un caótico clamor de trompetas, estandartes, sables, bayonetas… arrastraba en su estela.
Un tumulto de lodo y sangre empapaba la tierra a la espera de que al fin, poco a poco, con su inmaculado manto, la nieve lo cubriera. Continuar leyendo «Cuento de invierno»








