
Una llamada a la puerta de la señorita Lafosse era presagio de aventura
Publicada en 1938 con muchísima reticencia por parte de la editorial, el éxito de la señorita Pettigrew fue sin embargo inmediato. La autora, Winifred Watson (1905-2002), había ya publicado dos novelas con anterioridad pero el cambio de registro desde unas historias de corte dramático y rural al tono urbano y desenfadado de la nueva propuesta despertó cierto recelo.
Nacida en Newcastle en el seno de una familia acomodada, Watson cursó estudios en un internado de señoritas primero y universitarios luego pero la crisis de los años treinta la obligó a trabajar como oficinista para sostener la economía familiar. Alternando trabajo y escritura, llegaría a publicar cinco novelas, la última de ellas en 1941. El nacimiento de su hijo, las circunstancias de la guerra y su situación personal, la llevaron entonces a abandonar la literatura, una labor que nunca retomó.
El gran día de la señorita Pettigrew fue su novela más exitosa. Ambientada en el Londres de los años treinta, la trama sigue los pasos de Guinevere Pettigrew, una institutriz desempleada envuelta inesperadamente en una cadena de acontecimientos que cambiarán su vida. Atrapada en una rutina monótona y sin alegrías, la protagonista, mujer de mediana edad, recta y desesperada por encontrar un trabajo que le permita pagar la pensión donde se aloja, se verá arrastrada a un trepidante mundo de emociones y glamour cuando a través de una agencia de empleo llegue a casa de Delysia Lafosse, joven actriz y cantante en ascenso, de vida agitada y caótica, que durante las veinticuatro horas en que transcurre la historia la sumergirá en una carrusel de nuevas experiencias.
Con una hábil mezcla de humor (similar al de P.G Wodehouse), romance y pequeños toques de crítica social, Watson hace un retrato perfecto de la sociedad londinense de la época con sus contrastes entre clases, los esnobismos de moda, las dificultades cotidianas… Y a través de los ojos de la señorita Pettigrew teje una historia que ofrece una mirada satírica pero también tierna y conmovedora por momentos sobre esa sociedad.
Particularmente notable resulta así este personaje de la señorita Pettigrew que representa la transformación personal y la superación de desafíos difíciles de enfrentar. Su evolución a lo largo del día, pasando de ser una mujer en la sombra a una persona valiente y decidida, es elemento central del relato. Junto a ello, temas como la amistad, el amor o la búsqueda de la felicidad, son los ejes en torno a los que gira la novela.
Comedia de enredo, repleta de malentendidos y situaciones equívocas al más puro estilo del vodevil, inteligente e ingeniosa en los diálogos (muy moderna en la forma de mostrar sin eufemismos las relaciones sentimentales), con escenas llenas de chispa que evocan el tono del Hollywood clásico. Una historia ligera y divertida, ágil y fácil de leer, con un trasfondo crítico tras esa fachada de picardía y frivolidad que envuelve a las protagonistas que muestra claramente el papel que la sociedad les asigna.
Llevada al cine en 2008 (Un gran día para ellas), fue Frances McDormand la encargada de poner rostro al personaje en una interpretación muy fiel, pese a algún que otro cambio, al espíritu original. La película, no obstante, carece de la agudeza y del ingenio que recorre la novela.