Sombras fugaces

 

Noche tras noche el viejo caballero recorre la ciudad. Repican a deshora sus botas sobre el empedrado y una mueca triste tiñe de melancolía el gesto de sus labios. Al paso de algún transeúnte despistado, inclina el hombre su sombrero de copa, recompone su levita harapienta y arrugada y sonríe, bastón en mano, con anacrónica educación. Su aspecto de romántico maldito −repletos de poemas los bolsillos, encendido de pasión el corazón− disfraza de dulzura un dolor antiguo; un pesar que a duras penas su risa enmascara; un desconsuelo que, al cabo, su mirada traiciona.

«¡Pobre loco!», escucha a menudo murmurar a su espalda con hiriente desdén. Clava entonces el anciano sus ojos en el cielo e implora un rayo de luz a las estrellas, un guiño, una señal.

Derrotado −no recuerda cuándo− por la vida, incólume ya su espíritu a la esperanza, a una sola nostalgia su soledad vagabunda aún se aferra: al fulgor de la estrella que de amor y de belleza en un parpadeo lo embrujó. No pudo retenerla pero junto a ella va siempre su alma y su sombra siempre lo acompaña.

 

 

 

Esta Noche Te Cuento

Carroll, Lewis: Alicia en el País de las Maravillas

 

Siempre llegarás a alguna parte si caminas lo suficiente

Aburrida y sin saber qué hacer, una tarde Alicia escucha una voz: «¡Dios mío, Dios mío! ¡qué tarde voy a llegar!». Un conejo blanco ataviado con chaleco y reloj de bolsillo cruza a la carrera frente a ella y, sin dudar un segundo, la niña comienza a seguirlo movida por la sorpresa y la curiosidad. Así comienza la desconcertante y conocidísima historia de «Alicia en el País de las Maravillas», clásico imperecedero del género fantástico con el que Lewis Carroll nos adentra en un mundo insólito, ilógico y surrealista, un mundo sin convenciones ni reglas donde cualquier cosa resulta posible. Continuar leyendo «Carroll, Lewis: Alicia en el País de las Maravillas»

La laguna de las lágrimas

 

La profecía se había cumplido. El rey agonizaba, los magos huían del reino y una helada oscuridad velaba sus tierras. Entre la niebla, el viejo castillo se recortaba espectral, la guerra iba de mal en peor y un presagio de muerte y destrucción aleteaba en el aire. El invierno había posado sus alas sobre el mundo y todo era furia y desamparo.

«Más allá del odio, más allá del llanto…», en los albores del tiempo, la bruja del Norte sopló su  maldición. Continuar leyendo «La laguna de las lágrimas»

Goldman, William: Los gondoleros silenciosos

 

Los sueños, los grandes sueños, no mueren nunca

Hubo un tiempo en que los gondoleros de Venecia hechizaron al mundo con su canto, un tiempo que aclamó sus voces y las consideró casi divinas. Pero un día ese tiempo se esfumó: los gondoleros callaron y nadie conoció jamás el secreto que ocultaba su silencio.

¿Qué ocurrió?

¿Por qué enmudecieron de repente?

Ese es el misterio que pretende desvelar este mágico cuento, «Los gondoleros silenciosos», con el que William Goldman (autor de «La princesa prometida» y guionista, entre otras, de películas como «Todos los hombres del presidente» y «Dos hombres y un destino», reconocidas en su momento con el óscar al mejor guión original) recupera a su alter ego S. Morgenstern para narrar en primera persona la investigación que lo llevará a descubrir los motivos de tan extraño suceso. Continuar leyendo «Goldman, William: Los gondoleros silenciosos»

Blatty, William Peter: El exorcista

 

Había mal en el mundo. Y mucho del mal provenía de la duda, de una confusión sincera entre los hombres de buena voluntad.

Inspirado en un caso real ocurrido en Whasington durante la década de 1940, clásico entre los clásicos del terror, «El exorcista» narra la historia de Reagan, una niña de doce años, hija de una conocida actriz, que empieza a manifestar un día lo que parecen ser síntomas de un raro trastorno mental. Así, de ser una niña dulce y feliz, Reagan pasa de pronto a comportarse de un modo en extremo agresivo y sufrir inexplicables y continuas alteraciones físicas y anímicas.

Tras una larga y dolorosa peregrinación de médico en médico, de consulta en consulta, ante el fracaso de todas las terapias aplicadas y la impotencia manifiesta de los doctores para sanar a su hija, Chris, la madre de Reagan, acabará recurriendo en su desesperación a un sacerdote jesuita, el padre Karras, convencida, pese a no ser en absoluto religiosa pero tampoco capaz de hallar una explicación lógica a lo que sucede, de que un espíritu maligno es lo que se halla en la raíz del trastorno de la niña. Continuar leyendo «Blatty, William Peter: El exorcista»

Fuerzas ocultas

 

«¡Culpable!», la voz del juez la golpeó como un disparo y un escalofrío de pavor recorrió su cuerpo. A su espalda, el griterío estalló ensordecedor: los vecinos del pueblo repetían su nombre con odio, clamaban venganza y parecían a punto de lanzarse sobre ella. En medio de aquella confusión impenetrable, de aquel escándalo de recriminaciones e insultos, la anciana notó de pronto las manos del alguacil sobre las suyas arrastrándola con fuerza. Giró apenas el rostro hacia la multitud que la hostigaba y un vértigo de perplejidad y espanto nubló al instante su mente con la misericordia de un desmayo amable y sin conciencia.

Despertó en una celda oscura, desorientada y empapada en sudor. Un rayo de luna se filtraba por los barrotes de un ventanuco enrejado en lo alto, al borde mismo del techo. Alzó hacia él la vista frotando sus muñecas entumecidas, libres al fin de la soga que durante horas las había tenido atadas y el recuerdo de lo sucedido regresó de golpe: «¡culpable!», tronó de nuevo en su cabeza el veredicto. «¡Culpable!, ¡culpable!, ¡culpable!…», repetía su imaginación enloquecida como un eco sin fin. Continuar leyendo «Fuerzas ocultas»

Muñequita linda

 

Érase una vez una manzana envenenada.

Érase una vez una princesa solitaria.

Érase una vez un conjuro aterrador.

La misma pesadilla que noche tras noche torturaba sus sueños la despertó de golpe. Se incorporó abruptamente sobre la cama, presa del pánico, desorientada y empapada en sudor. Un torbellino de emociones sacudía su mente. Temblaba, apenas podía respirar y una expresión extraña  hería su rostro. Algo en su interior trataba de aflorar a la superficie y no lo lograba. Una niña perdida entre la multitud, una niña abandonada y sola que gritaba su nombre, una niña de nadie mendigando amor. Continuar leyendo «Muñequita linda»

Piedras

 

Mi cerebro tararea con retazos de poesía y locura

Virginia Woolf

Caminaba por el bosque con las manos repletas de piedras: densas, opacas, rocosas… Las elegía con pericia: firmes, macizas, rugosas… Las libraba en un suspiro del polvo de los siglos y el olvido y, a los pies del viejo sauce donde cada tarde, al borde mismo del río, recostaba indolente su cuerpo fatigado tras la caminata, las apilaba con mimo: plomizas, compactas, terrosas… Extraña colección que desde hacía días aumentaba en secreto en una irracional pulsión que no lograba detener.

⸺¡Ven…!, una voz entre las aguas la llamó de pronto.

⸺¡No!, −musitó la mujer con desaliento− ¡no, no, no!, repitió sacudiendo la cabeza.

Los fantasmas la acosaban, la ahogaba la rutina, su propia mente conspiraba contra ella.

⸺Ve…, nada temas…, descansa…, la animaba el rumor del viento a cada ráfaga.

Una lágrima solitaria rodó al fin −triste señal de rendición− por su mejilla. Guardó en los bolsillos del abrigo las piedras que aún tenía entre las manos y dejó de resistirse.

 «Pasaré como una nube entre las olas», murmuró Virginia al adentrarse poco a poco, un paso tras otro, en las hipnóticas aguas del río. Su alma desnuda atisbaba el infinito. Su cuerpo de mujer se desvanecía. Continuar leyendo «Piedras»

Bradbury, Ray: Crónicas marcianas

 

Cuando no se puede tener la realidad, bastan los sueños

Clásico por excelencia de la ciencia ficción, «Crónicas marcianas» es un conjunto de relatos, publicados primero de manera independiente y unificados luego en 1950 a modo de novela, con el que Ray Bradbury narra las primeras invasiones terrestres a Marte y la posterior colonización del planeta.

 Sin seguir una línea argumental definida, con historias autoconclusivas y muy puntuales referencias comunes entre los relatos, la narración aborda los veintisiete años comprendidos entre 1999 y 2026, periodo durante el cual se produce la colonización.

Construye así Bradbury un mundo de ficción teñido de pesimismo e ironía con el que nos incita a reflexionar sobre temas como la soledad, el miedo a lo desconocido, la muerte, la guerra, la ambición, el egoísmo… y bajo el que late una aguda crítica hacia los avances tecnológicos y la deriva que parece haber tomado la humanidad. Continuar leyendo «Bradbury, Ray: Crónicas marcianas»

Con las botas puestas

 

Ahora me llevan a mí pero ya es tarde

Bertold Bretch

Lo habían traicionado. Un fogonazo de lucidez le reveló la gravedad de lo ocurrido y una oleada de angustia empapó su cuerpo en sudor. La guardia cósmica interceptaba su camino, rodeaba por ambos lados al Atlantis y amenazaba destruir la nave si el capitán no deponía su actitud. «¡Qué ingenuo!», musitó él con desaliento. Había creído, al divisar los primeros escuadrones, que acudían en su ayuda, que eran la respuesta a la llamada de socorro que el radiotransmisor había estado lanzando sin pausa desde que iniciaron la misión. Pero no. Las patrullas policiales llegaban cargadas de malos presagios y una advertencia descarnada y feroz latía entre sus haces de luz.

 En la soledad del puesto de mando, el capitán Clarck calculaba ahora sus opciones. Pocas. Ninguna, rectificó sin ironía. Lo detendrían, lo acusarían de alta traición, perdería su licencia de piloto, lo desterrarían al más diminuto asteroide de la galaxia. Continuar leyendo «Con las botas puestas»