
Harry, Ron, Hermione… Cada noche sus amigos saltaban de las páginas del libro y se acurrucaban en su almohada. Martín vivía obsesionado por el enigma de Harry. Leía y releía su historia sin cesar, coleccionaba todo tipo de objetos relacionados con la saga y su habitación parecía sacada del mismísimo Hogwarts. Una réplica exacta de la varita del niño había sido su última adquisición, pósters de las películas llenaban las paredes y una capa gryffindor dormía desmadejada a los pies de su cama. Soñaba ser un mago famoso, vivir peligros y aventuras, lanzar conjuros y volar a lomos de una escoba.
Pero Martín no se conformaba solo con soñar. Él quería ser un mago de verdad, así que ni corto ni perezoso puso manos a la obra y empezó a estudiar las reglas de la magia. Aprendió enseguida algunos trucos sencillos que lo hicieron popular en el colegio y un día decidió fundar un club. El club Potter, lo presentó a sus compañeros, dedicado a inventar hechizos y practicar encantamientos. Por supuesto, él sería el presidente pero cualquier mago voluntarioso encontraría allí su lugar. Continuar leyendo «Aprendiz de brujo»








