Cuerpos celestes

 

Amanece. Las estrellas juegan a esconderse en los colores del alba. El rumor del viento acuna la mañana. Ella, pálida y ojerosa, termina su guardia nocturna. Él la releva radiante. El nuevo día despunta. Le guiña un ojo. Sonríe. ¡Ay, amor! La madrugada es cuanto tienen. Un relámpago estremecido de ternura, un «te quiero» murmurado en la penumbra, un espejismo de sombra y luz. Clavan uno en otro la mirada y un puente de caricias aletea entre los dos. Luego, cual espectro inalcanzable, ella se desdibuja muy despacio. Desaparece en el horizonte: tenue, sin estela, sin color. Tiembla entonces una lágrima en sus ojos… Y una gota helada escarcha de rocío la cara oculta de su rostro. Continuar leyendo «Cuerpos celestes»

El tren de las oportunidades perdidas

 

La estación hierve de actividad. Es hora punta y decenas de viajeros corren por el andén. Las consignas bullen como un enjambre. Ajenos al alboroto que los rodea, enfrascados en sus propios pensamientos, dos jóvenes ─diabluras del destino─ cruzan de repente la mirada. Él, mochila a la espalda y libro en las manos. Ella, parada entre la gente con aire despistado. El tiempo se detiene. En los ojos de él, presiente ella la luz de una aventura. En los de ella, él adivina un oasis de calma. Sonríen al unísono y una promesa tiembla en el aire. Pero el hechizo se rompe apenas nacido. La llegada del tren los trae de vuelta al presente, a los horarios, los compromisos y las citas. Él sube a su vagón con un suspiro. Ella duda un segundo, comprueba la hora en su reloj, no se mueve. Esos ojos… ¡ay, esos ojos! Sacude al fin la cabeza con gesto de extrañeza, agarra sin ganas su maleta y, tras un último vistazo por encima del hombro, se dirige a la salida. En su mente, el eco silencioso de una despedida, de un encuentro inexistente, de lo que pudo haber sido… De lo que nunca será. Continuar leyendo «El tren de las oportunidades perdidas»

La sinfonía del destino

 

La música abrasaba su cabeza. Corcheas, fusas, semifusas danzaban en su mente de forma continua y obsesiva. A sus pies, las trizas de un montón de partituras daban cuenta de sus dudas. Manuscritos tachados, borrados, desgarrados… Pasajes escritos y reescritos mil y una veces en busca de la nota justa, de la secuencia exacta que acallara los rumores que ya corrían por Viena. ¡Qué vergüenza! Lo desesperaba andar de boca en boca, la compasión que adivinaba en los gestos de quienes antes lo admiraban, la curiosidad impresa en la discreción de sus amigos, las sonrisas condescendientes de algunos conocidos… El destino lo había golpeado con dureza pero aún no estaba derrotado. No, no lo estaba e iba a demostrarlo. Se sentó a la banqueta del piano, abrió la tapa, colocó en el atril la composición en la que hacía días trabajaba y sus dedos viajaron de un lado a otro de las teclas. Las golpeó con furia, con los ojos cerrados y la rabia ahogada en la garganta. Impredecible y poderosa, la nueva sinfonía flotó un instante en el aire para agitarlo luego con la violencia de una tempestad. TA-TA-TA-TAAAN…. Sintió latir las notas en el fondo del alma. TA-TA-TA-TAAAN…. Jamás podría escucharlas pero eran suyas. TA-TA-TA-TAAAN, TA-TA-TA-TAAAN, TA-TA-TA-TAAAN…. Graves, exaltadas y perfectas. La angustia cedió, dejó paso a la esperanza y un presagio de futuro iluminó su rostro. Fugaz como una estrella. Enigmático como una intuición de eternidad. Continuar leyendo «La sinfonía del destino»

Dual

 

Miedo de ser dos camino del espejo

Alejandra Pizarnik

Me siento alegre y triste al mismo tiempo, el miedo me consume y una tormenta ruge en mi interior. Dicen que estoy enfermo. Puedo ser bondadoso o destructor, indulgente o maligno, como si dos personas compartieran mi alma. No sé qué es pero algo terrible me sucede. Temo la negrura de mi sombra y no hallo en mí punto de equilibrio. Mi mente es un rompecabezas fragmentado, un laberinto de voces aullando sin descanso. No sé quién soy. Un vaivén sin eje sacude mis sentidos y una parte de mí hace cosas sin permiso. Camino hacia el abismo, no controlo mi destino y me encuentro tan perdido…

Nadie ha sabido nunca de esta condición que me carcome. Toman por ingenio mi locura. Pero esta vez… ¡Ay, Dios! Continuar leyendo «Dual»

Efectos secundarios de un escepticismo inoportuno

 

Aquel atractivo e irresistible vendedor ─¡maldita sea su estampa!─ tuvo la culpa. Llegó al pueblo canturreando su carga, una sonrisa traviesa en los  labios, complicidad en la mirada. Ungüentos curativos, amuletos de la suerte, bebedizos de amor… Vendía su magia a precio de saldo y una  larga fila de curiosos ─¡pobres ingenuos!─ se extendió enseguida por la plaza. El elixir de la eterna juventud era su producto estrella. «Unas gotas antes de dormir y jamás envejecerán vuestros cuerpos», prometía su voz de caramelo. ¡Ja! Todos cayeron en la burla y ahora… ¡Ay, Dios! Ahora, tantos años después, soy yo la única vieja del pueblo. Continuar leyendo «Efectos secundarios de un escepticismo inoportuno»

Caleidoscopio de colores

 

El lienzo en blanco gritaba su fracaso desde el centro de la estancia. Los colores huían de sus manos y ningún trazo salía de la brocha del pintor. La inspiración lo había abandonado. Estaba hueco, vacío como el cofre de un tesoro inexistente. Un rumor de voces en la calle lo llevó hasta la ventana. Entreabrió los postigos y descubrió con sorpresa la plaza engalanada, llena de cintas y guirnaldas. El equinoccio de primavera se acercaba y el pueblo preparaba el festival de los colores. ¡Cómo había podido olvidarlo! Bajó deprisa y pasó la tarde ojeando los tenderetes del mercado que ya los comerciantes habían instalado. Telas de tonos brillantes, especias de embriagadores aromas, acuarelas de extraños colores… Sí, eso era lo que él buscaba. Contaba una antigua leyenda que la magia habitaba aquellos pigmentos. Cada uno tenía su significado. El rojo representaba el amor, el amarillo la felicidad, el verde la esperanza… Y al lanzarlos al aire, todos juntos sin orden ni concierto, un arcoíris de alegría llenaba el mundo con su luz. Sonrió al recordar el cuento y tomó una pizca entre sus dedos. Azul para la calma, violeta para la creatividad… Mezcló en un tarro todas las esencias que encontró y regresó a casa feliz con su botín. La vida era un lienzo en blanco ─la idea le atravesó como una flecha el pensamiento─ blanco como el lienzo que aguardaba en su estudio, blanco para llenarlo de color. Y esa inspiración sostuvo el ánimo del pintor. Continuar leyendo «Caleidoscopio de colores»

Anticuento de Navidad

 

Más que el brillo de la victoria, nos conmueve la entereza ante la adversidad.

Octavio Paz

Si esto fuera un cuento de Navidad, la historia que habita sus palabras tendría un final feliz. Pero no, os lo advierto, esto no es un cuento de Navidad. El olor a chocolate caliente y pan tostado que inunda la casa ─aún sobre la mesa la merienda─ podría confundiros. Un rumor de villancicos en la calle, un abeto vestido de colores junto a la puerta del salón, un repique de campanas en la torre de la iglesia… Sí, todo parece  indicar lo que no es. Decorar la casa, llenarla de dulces y música navideña es un acto de resistencia. ¡Qué difícil es todo!, piensa Elisa. ¡Cuánto miedo, cuánta incertidumbre, cuánta fragilidad! Continuar leyendo «Anticuento de Navidad»

Aprendiz de brujo

 

Harry, Ron, Hermione… Cada noche sus amigos saltaban de las páginas del libro y se acurrucaban en su almohada. Martín vivía obsesionado por el enigma de Harry. Leía y releía su historia sin cesar, coleccionaba todo tipo de objetos relacionados con la saga y su habitación parecía sacada del mismísimo Hogwarts. Una réplica exacta de la varita del niño había sido su última adquisición, pósters de las películas llenaban las paredes y una capa gryffindor dormía desmadejada a los pies de su cama. Soñaba ser un mago famoso, vivir peligros y aventuras, lanzar conjuros y volar a lomos de una escoba.

Pero Martín no se conformaba solo con soñar. Él quería ser un mago de verdad, así que ni corto ni perezoso puso manos a la obra y empezó a estudiar las reglas de la magia. Aprendió enseguida algunos trucos sencillos que lo hicieron popular en el colegio y un día decidió fundar un club. El club Potter, lo presentó a sus compañeros, dedicado a inventar hechizos y practicar encantamientos. Por supuesto, él sería el presidente pero cualquier mago voluntarioso encontraría allí su lugar. Continuar leyendo «Aprendiz de brujo»

El fin de los tiempos

 

El fin del mundo se acercaba. Todos los informativos pregonaban la noticia. La humanidad había alcanzado su mayor momento de esplendor. La inteligencia artificial exploraba el espacio, daba respuesta a problemas insolubles y era punto de inflexión tecnológico. Sin embargo… Muy pronto solo quedaría un negro abismo de nada.

Un error de cálculo era la causa. Un fallo en las complejas ecuaciones de un experimento afectó al tejido mismo de la realidad. Las leyes de la Física se tornaron inestables, el desequilibrio creció sin tregua y la existencia alteró su naturaleza.

Los primeros signos del fin aparecieron despacio. Los fenómenos naturales devinieron caóticos: tormentas, terremotos, volcanes… Y pronto la urdimbre del planeta comenzó a desmoronarse. Las leyes de la Ciencia no servían. La gravedad fluctuaba, el tiempo se distorsionaba y todo era caos y anarquía. El mundo conocido se desvanecía.

A medida que el momento se acercaba, el ser humano tomó conciencia de su destino. Lejos de la desesperación, se armó de valor para celebrar entonces la vida y el amor compartido. Unidos en silencio, los hombres miraron al Cielo. Última esperanza, eterno consuelo. Continuar leyendo «El fin de los tiempos»